La mañana era soleada. Era Domingo de Ramos. Pero
últimamente el tiempo nos juega malas pasadas. Hay un dicho que dice: "En
abril, aguas mil". Pero lo de "mil" se convirtió en "intermitentes".
A las dos de la tarde, el hermano mayor de la Paz,
Santiago Arenado, comunicó a su cuerpo de nazarenos la suspensión de la
Estación de Penitencia. Fue doloroso decirlo, ya que a esa hora el Sol
lucía todo su esplendor.
La Borriquita decidió aplazar su salida a la noche, para realizarla con los pasos del Amor. Y empezó a llover. A las cinco de la
tarde se ponía la cruz de guía de la Hiniesta en la calle. Conforme iba
saliendo el cuerpo de nazarenos del Cristo de la Buena Muerte, más apretaba el
chaparrón. La familia Ariza colocó el primero de los pasos en el dintel, pero
en ese preciso momento se decidió dar marcha atrás. La salida había sido una decepción. Nazarenos mojados, tramos deshechos y encima el paso dificultando la entrada
del cortejo.
Pero el reloj seguía su ritmo. El arco iris apareció y
un aire de esperanza se respiraba para las hermandades de San Roque, de la Estrella, de la Amargura y del Amor. Las hermandades de la Cena y de Jesús Despojado decidieron
realizar su Estación de Penitencia.
En Triana se abrieron las puertas de la Capilla
de la Estrella y a su vez las de San Roque. Cuarenta minutos más tarde salió la Hermandad de la Amargura, y a su hora, la del Amor con los
tres pasos.
Un Domingo de Ramos extraño , en el que las hermandades que pudieron
realizar su Estación de Penitencia lo hicieron sin problemas de ningún tipo,
quedando así cerrado el inicio de una ya mojada Semana Santa.
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