Los meteorólogos lo avisaron, que el jueves iba a llover. Se despierta uno, pone la radio y se informa por los amigos de RTVA de que Sevilla está en alerta amarilla y uno se acobarda y piensa en no salir a la calle, pero como había que apoyar los codos en una mesa y estudiar, no había más remedio que sacrificarse.
Cruzaba el puente de San Telmo para buscar el Rectorado de la Universidad de Sevilla y el cielo estaba encapotado por nubarrones grises. Estudiando, y con tapones en los oídos, veía como las demás personas miraban la ventana de la "Dante" y por inercia también miré, y efectivamente, estaba diluviando.
Por la tarde seguía lloviendo y la humedad empezaba a calarse. Al verano le quedan los días contados para que el otoño reluzca con calles llenas de hojas de árboles y la melancolía de la estación que pasó.
Como cambia las cosas según estado de cada uno.
ResponderEliminarQUE LLUEVE, BENDITA ESE AGUA QUE LIMPIA LA ATMOSFERA, LAS CALLES Y REFRESCA EL AMBIENTE.
Pero oyendo llover, piensa uno en sus hijos que tienen que ir al trabajo, ahora también pensaré en Joaquín que tiene que ir a estudiar.
Aunque sea bonito el oir llover con esa fuerza, estando bajo techado, pensaré en los que necesitan salis a sus queaceres
Saludos.