
Su nexo con Sevilla viene a raíz de su amistad con Diego de Velázquez.
Zurbarán destacó por su pintura religiosa en la que revela una gran fuerza visual y un profundo misticismo.
Su paso por Sevilla marcó tanto y de tal manera, que pintores como Alonso Cano se enceló con sus obras.
En Sevilla lo tenemos inmortalizado en la Plaza de Pilatos con este monumento.
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