
No me río del cantaor, no, quizás me mofe de las ratas voladoras que tantos monumentos estropean con sus excrementos; precisamente aquí tenemos el ejemplo, agustito se quedaría... la dichosa paloma.
Ahora entiendo el porqué de tu quejío, ese tan sentío... que no es precisamente uno de los tuyos, no vas a empezar a cantar. ¡Ay, la paloma...!
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